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El carnaval de Tlayacapan

Julio Rolando López Fernández y Rodrigo Perera Ramos

Tlayacapan es un pueblo colonial que se encuentra en la parte noreste del Estado de Morelos y que tiene una población de 13,851 habitantes. En este poblado, las costumbres, aunque matizadas con fusiones coloniales, aún se encuentran muy arraigadas a la cultura náhuatl, una muestra de ello es su carnaval, al que le dedicamos un espacio en estas páginas.

El Carnaval de Tlayacapan (junto con los de Milpa Alta, Youtepec, Cuautla, etcétera) es uno de los pocos carnavales en el mundo que aún conserva su esencia tradicional y no se ha convertido en el espectáculo de la globalización, es decir, el carnaval con carros alegóricos y mujeres exuberantes que bailan al ritmo de la batucada. Aquí, sin embargo, lo que sí ha penetrado en los últimos años ha sido sobre todo el impacto que trae la migración a los Estados Unidos, por lo que se puede encontrar ya una cierta «pochización» en la identidad de los más jóvenes.

Las fiestas del carnaval tienen hoy más significación respecto a la costumbre de darle placer al cuerpo o darle carne al demonio, esto como un acto pagano antes de empezar la cuaresma. También se puede decir que en esta zona existe un antecedente prehispánico de este tipo de festividades, que eran los cinco días complementarios a los 360 que tenía el calendario (o sea de los dieciocho meses de veinte días), en los cuales se danzaba y se hacían representaciones.

Según la tradición oral del pueblo, el resurgimiento popular del Carnaval de Tlayacapan se dio por el año 1870. Los hacendados, siguiendo las costumbres coloniales, hacían orgías y bacanales tres días antes del miércoles de ceniza, en donde dejaban los días libres a sus criados. Así, al tener los criados cinco días libres antes de la imposición de ceniza y no teniendo quien los castigara, se reunían para beber aguardiante, pulque y mezcal, haciendo recorridos por las calles gritando, chiflando y sonando láminas, botes y silbatos; brincaban y danzaban, revoloteaban trapos viejos a manera de banderas e iban con la cara tapada con paliacates o telas viejas. A estos grupos les decían los Tlacatl-Huehue (hombres viejos).

Para el año de 1872, esta costumbre tomó un nuevo carácter y los criados se empezaron a disfrazar con batas, mascadas y sombreros con plumas de las damas ricachonas. Este disfraz además lo complementaron con máscaras que reflejaban el rostro español, mientras que las manos las cubrían con guantes blancos de algodón. Así, se quitaron los huaraches y se pusieron polainas de las patronas y también capas simulando a los reyes y sacerdotes, igualmente pusieron en estas capas escritos y rimas ofensivas y por último decidieron mofarse al expresarse hablando con falsete. Así es que nace el CHINELO en Tlayacapan, figura que pronto se extenderá por toda la zona y que actualmente es el alma del carnaval.

En ese mismo año, en 1872, surge la música y la danza típica del lugar a la par de la del carnaval como invención de Don Julio Alarcón y Don Antonio Alarcón. De esta manera es como actualmente, tanto el disfraz de chinelo, como la música y la danza, se siguen preservando como distintivos intactos de esta celebración que data desde aquella fecha.

El presente trabajo fotográfico fue realizado durante el carnaval de Tlayacapan de 2007.